A principios de 1999, la propuesta del presidente Menem de dolarizar la economía argentina precipitó un intenso debate sobre las ventajas y desventajas de distintos sistemas monetarios para los países latinoamericanos. En esta presentación se sostiene la importancia de discutir el futuro del peso chileno, pero como resultado de los cambios que se están dando en el sistema monetario internacional y no porque la actual coyuntura macroeconómica lo requiera. La reforma del sistema monetario nacional para acomodar los cambios en el sistema internacional —se señala— será lenta pero inevitable. Volviendo a un punto que hiciera años atrás, el autor sostiene que todavía el conocimiento técnico que puede justificar la autoridad discrecional de un banco central a nivel nacional carece de una base sólida. Aunque no evalúa todos los costos y beneficios de seguir teniendo una moneda nacional, la evidencia que presenta cuestiona su conveniencia. Además, afirma que el proceso de reducción del gobierno nacional —por transferencia de funciones a gobiernos subnacionales y organismos internacionales— irá haciendo evidente la posibilidad y conveniencia de transferir algunas funciones del banco central (en particular, las de prestamista de última instancia y de regulador de la demanda interna) a instituciones estatales sin autoridad para emitir moneda.